El payaso Mauro pasó a mejor vida, pero su espíritu sigue con nosotros. En vez de guardar duelo, el cortejo fúnebre celebra el aquí y el más allá con risas y exuberancia. Recuerdos preciosos y extravagantes hacen fiesta con los sentidos.
El sonido de risas hacen eco en el escenario y visiones de gozosos saltimbanqui y acróbatas fascinan a los ojos. Los lamentos y melancolía se retiran frente a semejante cabalgata de alegres recuerdos de una vida gloriosamente vivida.
Un desfile festivo que entretiene; el galardón perfecto para un artista cuya vida estuvo dedicada al jolgorio y la diversión.